Un buen libro de la Guerra de Reforma.

Mexico City - Diana Fountain near El Ángel de la Independencia (Photo credit: Anirudh Koul)

Al todo simultaneo en que hoy se construye México y México construye su Historia, eso - lo bueno -, no es posible, no es, está escrito; y es que semejante empresa - antes de partir - tiene hoy por único bien considerar la totalidad y significancia de las prácticas cotidianas que, a función a una verdad precomprendida, se pliegan y despliegan antes y después de la guerra, fidelidades, paseos, el nombre de las Calles. 

La religiosidad única – en su añejo y transterrado emplazaiento contra toda posible sedición – transformada así mediante la polémica en el laicismo procastinado quién en ya después México avanza, presenta antes así, y sólo entonces, más entes continuados que transformados y/o reformados. La Reforma habla sólo del lenguaje en que se construye el amparo del Fuero, la dimensión pura del poder y su insignia a esta Nación.  Y es que a final de cuentas, a la luz mutua de los hechos posteriores y anteriores, pasan siempre la luz a pensar el catolicismo mexicano – su significatividad - al ámbito de vanguardia en que se construye el ataque racionalista decimonónico en contra de la Iglesia – eso mismo que decanta de la Revolución todo Totalitarismo. Lo terrible de la historia nacional palpita en eso; unos, los otros, y los de en medio, pasan igual siempre al terror de lo que no se nombra; el fuego, la muerte, sólo son decisiones del hombre. 

No hay respuesta, no hay responsables.Los únicos libros que así suceden son Lucas Alamán y Emilio Rabasa, cuál un antes, el después en quien ya de sí se depone.