jueves, 2 de mayo de 2013

El Tiempo


Hegel-Büste auf HU-Campus
Hegel-Büste auf HU-Campus (Photo credit: quapan)
El tiempo es el concepto del concepto al ahí del concebirse. Su pregunta no puede decir ¿qué es el tiempo? Que dicha pregunta interroga al ente. El ente no es. La pregunta apropiada interroga ¿Soy yo mi propio tiempo? 


¿Qué es un concepto y qué concebir? Hesiodo, ya escritor, o antes los cantos del Génesis o el Popol Vuh no tenían ni podían tener un concepto a tanto tal, menos así concebir conforme a regla de filosofía y ciencia estipulada y lógicamente develada en lo que ya nosotros modernos así nombramos. El concepto kantiano de tiempo “el tiempo es el horizonte de apercepción del sentido del ser del ente” ya obrepciona de la apercepción un régimen físico trascendental –la ideología del mundo físico-material newtoniana-, universalidad que se presume antropológica y a consistencia con la Naturaleza -¿qué es la Naturaleza?- ahí el homo mesura en la mera esencia de la filosofía trascendental a condición de a priori. Condición que pretende elucubrar de la categorialidad de su lógica subjetiva la naturalidad de su perspectiva –efectivamente todo se demuestra con lenguaje- las formas puras de la conciencia. 


Es decir, historiográficamente transplantamos la comprensión de nuestro comprender la historicidad a toda región histórica de aquello que sólo entendemos ahora como un pasado físico. Esto como tal es la ideología misma, ideología que así y sólo así establecemos ahora como un continuo – a favor y mejor estructurador de esta naturalidad es Benjamin, su disruptor fundamental Foucault-. Cuando entonces los antiguos hacen lo que hacen –¡siempre con lenguaje! el mismo que sirve a probar todo- no sólo hay que pensar su pensamiento sino comprender el ser-ahí de su pensar al experimentarse a tanto evento. Ahí así entonces el lenguaje y el estatuto técnico de su hablarse.


Hegel, 20 años después de la crítica de Kant, establece por comienzo de su filosofar que el tiempo es tan sólo el concepto de su existencia. Ahí, al existir del concepto, las comunidades históricas se “aproximan” o se “alejan” desde la posesión del habla al fundamento de lingüisticidad de su ser-ahí, el afrontarse a tanto concepción de la comprensión de historicidad.


Heidegger en Ser y tiempo realiza por un lado la subversión a la analítica kantiana introduciendo la determinante hegeliana del ser-ahí a tanto historicidad efectivamente comprendida del ser como hermenéutica de la facticidad a la analítica kantiana en la relatividad anunciada del a priori, el saber supuesto sujeto del universal antropológico. Mas entonces, ahora ante el propio Hegel, el concebir de la comprensión de historicidad (el fundamento historiográfico de la historia de las Lecciones de historia de la filosofía de Hegel) del ser-ahí se confronta con la propia estructura metafísica de toda trascendentalidad, la doctrina de la idea por un lado, la privación cual principio del saber, la anamnesis de la ciencia, y la doctrina de la materia aristotélica, mímesis que representa su propia ley lógica de presencia a tanto reefectuación de sí en voluntad de poder. A esto el siglo XX lo llamó la muerte de la filosofía.


¿Cuál fue el problema? Ricœur explica que el afrontar las aporías de la concepción de la temporalidad –o antinomias de jugarle aún a Kant- sólo imbrica nuevas transpolaciones de las aporías, desplazando a estructuras sociales, políticas, económicas y culturales más complejas la historicidad del ahí y la posibilidad de fundamentación de su comprenderse: narraciones.


El problema así devela una condición ridícula y escandalosa para la propia filosofía: jamás se pensó la esencia de la escritura a tanto posibilidad de condición del pensamiento trascendental del ser, eso a lo cual y por lo cuál las teogonías, los génesis y los popol vuh piensan su pensarse.


La civilización contemporánea obedece luego entonces a nuestra propia ignorancia al respecto, a la subrepción de los saberes y a la reproducción ideológica de antiguas doctrinas de la temporalidad que así entonces confunden del ente el ser anulando toda posibilidad de meditación trascendental fundacional.


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