Indagarnos | el ente de la estructura
Comprendo,
cuando digo moral, un sistema de valoraciones
que
se relacionan con las condiciones de vida de un ser.
De
toda moral, ha solido decirse siempre: “Hay que conocerla
en
sus frutos”. De toda moral digo yo: “Es un fruto
por el cual conozco el terreno donde
crece”.
Friedrich Nietzsche, Voluntad de
poder, 254 y 255
El ente de la estructura es el dato.
Al comienzo del orden moral la
metafísica no es la metafísica, es el orden del Derecho.
A los principios morales reconocidos
en Immanuel Kant –los principios superiores los nombra-, a la supuesta
diferencia y necesaria exclusión a la razón pura de su alteridad -espectro
donde luego se gesta la totalidad de estructura de la Crítica a la Razón Pura-, subsiste la misma condición ontoteológica
atribuida por denuncia lógica al respecto de la temporalidad:
Las cuestiones de si el universo tiene
un principio en el tiempo y de si está limitado en el espacio fueron
posteriormente examinadas de forma extensiva por el filósofo Immanuel Kant en
su monumental (y muy oscura) obra, Crítica de la razón pura, publicada
en 1781. Él llamó a estas cuestiones antinomias (es decir, contradicciones) de
la razón pura, porque le parecía que había argumentos igualmente convincentes
para creer tanto en la tesis, que el universo tiene un principio, como en la
antítesis, que el universo siempre había existido. Su argumento en favor de la
tesis era que si el universo no hubiera tenido un principio, habría habido un
período de tiempo infinito anterior a cualquier acontecimiento, lo que él
consideraba absurdo. El argumento en pro de la antítesis era que si el universo
hubiera tenido un principio, habría habido un período de tiempo infinito
anterior a él, y de este modo, ¿por qué habría de empezar el universo en un
tiempo particular cualquiera? De hecho, sus razonamientos en favor de la tesis
y de la antítesis son realmente el mismo argumento. Ambos están basados en la
suposición implícita de que el tiempo continúa hacia atrás indefinidamente,
tanto si el universo ha existido desde siempre como si no. Como veremos, el
concepto de tiempo no tiene significado antes del comienzo del universo.[i]
Ninguna teoría historiográfica puede
ser sancionada sin ésta haber aportado como tal un régimen de diferencia para
la historiografía por método científico,[ii]
es decir, habilitar y haber habilitado, disponer y haber empleado, emplear y
haber dispuesto, de un criterio positivo a bien estatuir el dispositivo técnico
disciplinario que indique, señale y constituya la comprensión fundamental del
sernos quienes somos. Una tecnología es quien hace al hombre.[iii]
Ninguna historiográfica, ninguna
historiograficidad, se abstiene del ir uno en consuno al existirnos, al ser del
hombre. Es el ir uno en consuno al existirnos y después somos quien somos
nosotros, el hombre.
De la disciplina y la técnica, de la
obediencia de una doctrina a su propiedad, los quehaceres del historiador… Labores
del comprenderse.
Su aporte
entonces, para la historiografía por disciplina y sanción metodológica, no sólo
se inscribe al espectro cronológico de un antes y un después, sino que refiere,
en la temporación de su temporalidad de área, la existencia ontológica clara y
demarcada de una historicidad apropiada en civilización por el hombre, una
contingencia que antecede y sobrepasa el campo del espectro de la experiencia
reflexiva del historiador.[iv]
No nos
referimos a otra cosa que a la Civilización misma. Su contingencia, el
señalarse de la contingencia misma por el CRITERIO POSITIVO de diferencia para
la institución de disciplina, es LA ESTRUCTURA CIENTÍFICA.[v] A ésta, a tanto de EXPERIENCIA REFLEXIVA, la
indagatoria fenomenológica busca, desde su negatividad de fundamento, remitirla
al instante mismo en que el propio pensamiento es experimentado -un evento. Por
instante la institución cronológica de la metafísica kantiana reconoce el
acaecer apropiado de una absumisión positiva al régimen de la experiencia
convalidada por los aparatos de investigación institucional… no hay posibilidad
de condición a retener en un salto el evento.
Al régimen de experiencia entonces, donde el evento ha quedado ya
siempre elidido, nos referidos de su propia negatividad al sentido categórico
de la ACCIÓN, allí detrás entonces la INSTITUCIÓN METAFÍSICA ENTERA.
Por [aporte], en la labor del comprenderse, nos
referimos por respecto de área a la construcción historiográfica pura que
Heidegger refiere para su método de
destrucción al respecto narrativo-categórico de la historicidad “El otro
comienzo”.
El método,
para la historiografía, es una historicidad absoluta.
El método
para la historia es subducción de negatividad.
El error
general del historiador radica en plegarse al despliegue de la polémica por la
norma de la disciplina a una consideración que sanciona el concepto de Ciencia
por un concepto ya definido.[vi]
Ciertamente
apunta en esta dirección Álvaro Matute cuando procede en su narrativa a la anunciación
de estas sentencias al respecto de la NECESIDAD:
La teoría de la historia, en
cualquiera de sus vertientes, es hija de la necesidad, como tantas cosas. La
necesidad, en este caso, es la de dar a conocer una proposición, la mayoría de
las veces novedosa, acerca de porqué y cómo hay que trabajar en la
historiografía. La teoría de la historia, en este caso, puede darse a priori
o a posteriori. Por lo general, hay dos vertientes: la crítica y la
propositiva, aunque, en realidad, muchas veces la teoría contempla ambas
posibilidades. La teoría crítica es aquella que tiende a poner en tela de
juicio las verdades prevalecientes en una época o que son patrimonio de una
escuela. Como a muchos no les gusta quedarse en la fase negativa, entonces
proponen lo que debe hacerse, después de haber señalado lo que no debe hacerse.
Otros, simplemente, proponen sin destruir a sus predecesores, porque
no creen que esto sea necesario; porque su teoría, en realidad, no pone en
crisis lo generalmente aceptado, sino únicamente lo enriquece con alguna
aportación más.
La teoría
social es luego quien sanciona las labores del comprenderse al tanto del
quehacer del historiador.[vii]
La teoría de la historia se encuentra sometida en una dialéctica de poder al
orden y normativa de la teoría social contemporánea.
¿Qué hace
entonces Álvaro Matute?
El modelo
historiográfico al que se remite Matute es el de las generaciones de la Revista
Annales, de Francia. Más su lectura, su interpretar fundamental de la
historiografía y de todo fenómeno historiográfico en consuno, no es la
comprensión teórico modélica de un Fernand Braudel… y sólo por considerar a
este historiador el consumador de la metafísica epistémica en que, por método,
la Escuela de Annales instruye una disciplina historiográfica.[viii]
El tanto
del quehacer del historiador es un quantum hermenéutico. La teoría, sancionarla
por realidad, a la realidad reconocerla en la razón…allí detener el investigar.[ix]
Allí entonces entre todo, la cláusula
hegeliana a la filiación kantiana de la doctrina de dogma de exégesis. Hegel,
Ciencia de la lógica, p.40:
El
espíritu es lo negativo, es lo que constituye las cualidades tanto de la razón dialéctica
como del intelecto; niega lo simple, y fundamenta así la determinada diferencia
del intelecto; al mismo tiempo la resuelve, y por tanto es dialéctico. Pero no
se detiene en la nada de esos resultados, sino que en esto es igualmente
positivo, y de esta manera ha restaurado lo primero simple, pero como un
universal, que es concreto en sí mismo; bajo aquél no se subsume un particular,
sino que en esa definición y en la solución de la misma lo particular ya se ha
determinado.
Álvaro Matute, p. 13:
A partir de 1940 la teoría de la
historia y la historiografía se van a enriquecer y van a entrar dentro de
nuevos cauces. El rasgo fundamental es la profesionalización del historiador.
Anteriormente la vocación historiográfica se daba plenamente, ya que quien
escribía historia lo hacía por libre voluntad, sin contrato por medio o tiempo
completo con alguna institución. Sin embargo, esta ventaja liberal anterior,
llevaba consigo una fuerte dosis de frustración para aquel que, como Orozco y
Berra, "cuando tenía tiempo no tenía pan y cuando tenía pan no tenía
tiempo"
El método entonces, en la
profesionalización del historiador mexicano, significa obediencia, el sitial de
adscripción en historiograficidad del método analítico kantiano… ¿El tránsito a
la profesionalización del quehacer del historiador? La condición de la
Ilustración en su crítica a la religiosidad eclesiástica… el carácter intacto
de la moral en el decurso de la edad moderna para con el mundo contemporáneo…
así se refiere luego en magnitud hermenéutica la calidad y la condición del
Estado.
[ii]
Y toda teoría, aún las teorías lógicas, matemáticas, aún las teorías
atemporales de toda física y de toda geometría… son teorías historiográficas.
¿qué es la teoría al espectro de la
historiograficad?
¿Qué es la doctrina al espectro de la
historiograficidad?
¿Qué es la ciencia al espectro de la
historicidad?
La tecnología y la retención del espectro de
presencia en el instrumental técnico de sus fines comerciales y sus
disposiciones industriales.
[TÚCÍDIDES… LA INTERPOLACIÓN CIENTÍFICA…]
[Tucídides mismo ante Herodoto] [Luego así el espíritu de Occidente es la
traspolación de institución en el decurso del espíritu… de Tucídides a Sócrates
y de Sócrates a Aristóteles]
Una historia de la filosofía relatada sin
Platón es la historia pura de la historiograficidad.
[la completa vaguedad de miras…el hartazgo en
que occidente se suscita…] [su voluntad de transformación]
¿Qué le pasó a España? América misma… ella
misma en España…
Tucídes entonces, la administración de sus
saberes… el instrumentarse del representar…el representarse…
Túcídes de él mismo…
La percepción por totalidad de su época:
De esta manera fueron señores de la
mar, y por espacio de catorce días metieron y sacaron fuera de la ciudad todo
lo que quisieron. Mas al fin de estos días volvió Pericles con los otros
navíos, y los encerró de nuevo en la villa. Poco después recibieron gran
socorro de Atenas, que fue cuarenta barcos, capitaneados por Tucídides, Hagnón
y Formión, y veinte navíos de los confederados, cuyos capitanes eran Tlepólemo
y Anticles; y de Quío y Lesbos llegaron treinta naves. Aunque los samios hacían
algunas escaramuzas y salidas por mar durante el cerco de la ciudad, que fue de
nueve meses, como vieran que no eran poderosos para resistir largo tiempo, se
rindieron con estas condiciones: que los muros de la ciudad fuesen derribados,
que diesen rehenes y entregasen todos sus navíos a los atenienses, y para los
gastos de la guerra pagasen una gran suma de dinero en determinados plazos.
También los bizantinos concertaron obedecer a los atenienses, como lo solían
hacer antes. Pasado algún tiempo comenzaron las diferencias entre los de
Corcira y de Potidea, de que antes hicimos mención, y entre todos los otros que
ya dijimos, las cuales fueron ocasión de la guerra de que hablamos al presente.
Estas son, en efecto, las guerras que
los griegos tuvieron, así contra los bárbaros como entre sí, desde que el rey
Jerjes partió de Grecia hasta el comienzo de la que ahora escribimos, por
espacio de cincuenta años, durante los cuales los atenienses aumentaron en gran
manera su imperio y poder, cosa que los lacedemonios sentían y comprendían muy
bien, pero no lo impedían, sino que vivieron lo más de este tiempo en paz y
reposo, porque no eran muy ligeros para emprender guerras, ni las declaraban sino
por necesidad, y también porque estuvieron ocupados con guerras civiles, hasta
que vieron que crecía el poder de los atenienses más y más cada día y que
maltrataban y ultrajaban a sus amigos y aliados. Entonces determinaron no
sufrirlo más y acudir a la guerra con todas sus fuerzas para abatirles si
pudiesen. Cuando declararon por decreto que los atenienses eran quebrantadores
de la paz y alianza, y habían injuriado a sus aliados y confederados, enviaron
a Delfos para saber del Oráculo de Apolo, qué fin tendría aquella guerra,
y el Oráculo
respondió:
Que de cierto
vencerá
quien fuere más
esforzado,
y llamado y no
llamado
su socorro les
dará.
Habiendo acordado y determinado la
guerra por consejo, llamaron de nuevo a sus aliados y confederados a la ciudad
de Lacedemonia para consultar el negocio y determinar todos juntamente si
convendría comenzarla. Cuando llegaron los procuradores y embajadores de las
ciudades, celebraron el consejo para que habían sido llamados; y como los otros
hablasen primero culpando a los atenienses, y concluyendo que se les debía
hacer la guerra, al final hablaron los corintios, que al principio habían
hablado y rogado y persuadido a los otros confederados que comenzasen la guerra
inmediatamente contra los atenienses, temiendo que, mientras consultaban, les
tomasen éstos la ciudad de Potidea. Y saliendo en medio los últimos de todos,
hicieron el razonamiento siguiente:
«Varones amigos nuestros, aliados y
confederados, no hay razón para culpar a los peloponenses, que no querían
determinar la guerra contra los atenienses, puesto que nos juntan aquí para
este propósito, por lo cual conviene a los que son caudillos y presidentes de
los otros, como lo sois vosotros, que conforme son honrados y acatados sobre
todos, tengan igual respeto a las cosas de los particulares, mirándolas como a
las públicas, para que sean bien gobernadas y tratadas. En cuanto a lo que toca
a nos y a los otros que ya nos hemos apartado de los atenienses, no es menester
que nos enseñen cómo nos debemos guardar de ellos. Solamente nos conviene
amonestar y avisar a aquellos que habitan la tierra firme lejos de los puertos,
donde se hacen las ferias y mercados, que será bien sepan y entiendan que si
ellos no dan ayuda y socorro a los que moran en la costa, el trato y comercio
de sus bienes y mercaderías les será muy difícil, y lo mismo el retorno de
aquello que les llega por mar. No deben ser, por tanto, jueces injustos de lo
que tratamos al presente, diciendo que no les toca a ellos nada; antes deben
saber que, si no se cuidan de los moradores de la costa y los dejan sucumbir,
el peligro y daño vendrá después sobre ellos. Atiendan que la consulta presente
se hace tanto por ellos como por los otros, y por eso no deben ser perezosos ni
negligentes para emprender esta guerra, a fin de que después puedan tener paz.
Porque si es de hombres sabios y prudentes estar quietos y no moverse, si
ninguno les injuria, así también es de buenos y animosos, cuando son
injuriados, trocar la paz por la guerra, y después de bien hechas y provistas
sus cosas volver a la amistad y concordia, no ensoberbeciéndose con la
prosperidad de la victoria en la guerra, ni por codicia de paz y reposo
sufrir las injurias. Porque todo hombre
que por amar el sosiego es perezoso para vengarse, pronto se ve privado del
deleite que toma en el descanso; y asimismo el que a menudo provoca la guerra,
ensoberbecido con la prosperidad, suele desconocerse a sí mismo, con una
crueldad y ferocidad poco segura y menos cierta, porque no hace con razón lo
que es obligado a hacer; aunque muchas veces sucede salir bien de las empresas
locas y temerarias porque los enemigos son necios, mal aconsejados en lo que emprenden,
y muchas empresas que parece se acometen con saber y discreción, salen mal
porque no las ejecutamos como las propusimos y determinamos. Siempre tenemos
buena y cierta esperanza de las cosas que emprendemos, pero, al ejecutarlas,
muchas veces faltamos por miedo o por temor en la obra.
Tengamos en cuenta que Tucídides muerte antes
el final de la guerra, legando a la posteridad el todo de algo que él mismo
desconoce al respeto de un alto completo.
[iii]
A lo absoluto emerge ciertamente su totalidad, la aniquilación hermenéutica de
ideología de respectos.
LA IDEOLOGÍA DE RESPECTO ES LA PROPIEDAD]
[ELISIÓN DEL BIEN, DE LA APROPIACIÓN, DE LA POSESICIÓN]
ALLÍ DONDE CANTA Y SE RETOSA EL
IUSNATURALISMO….
HISTORIOGRAFÍA EN LA INSTRUCCIÓN, EN LA
INSTRUCCIÓN HISTORIOLÓGICA….
Jorge Carpizo… La Constitución de 1917:
[iv]
La fenoménica constituye la analítica a la confección de la presencia.
[v]
…[CFR. SUPPE, ANKERSMIT, KUHN ante la doctrina del concepto de Immanuel Kant]
[vi]
Es un error a la totalidad de la disciplina, homólogo al de los Testigos de
Jehova, que consideran por principio de la realidad el nombre mismo de
Dios…según estos Jehova… Dios es aquel de quien sabemos sin saber su nombre.
[vii]
Metodología y necesidad. Historia de la historiografía mexicana.
Nos parece ahora descubrir que la
historia, considerada en grandes periodos, es la realización de la lucha del
hombre por alcanzar su liberación. La lucha contra sus enemigos: el hambre, el
miedo, la miseria, la explotación, la tiranía, la ignorancia y el fanatismo. Es
la suma de los anhelos individuales por ser, por cumplir con lo que en cada
hombre hay de humano.
[viii]
Cfr. Fernand Braudel, La historia y las
ciencias sociales, p. 88:
Las explicaciones que preceden no son
más que una insuficiente introducción a la ciencia y a la teoría de los
modelos. Y falta mucho para que los historiadores ocupen en este terreno
posiciones de vanguardia. Sus modelos apenas son otra cosa que haces de explicaciones.
Nuestros colegas son mucho más ambiciosos y están mucho más avanzados en la
investigación cuando tratan de reunir las teorías y los lenguajes de la
información, la comunicación o las matemáticas cualitativas. Su mérito —que es
grande— consiste en acoger en su campo este lenguaje sutil que constituyen las
matemáticas pero que corre el riesgo, a la mínima inadvertencia, de escapar a
nuestro control y de correr por su cuenta. Información, comunicación,
matemáticas cualitativas: todo se reúne bastante bien bajo el vocablo mucho más
amplio de matemáticas sociales.
Ante esta confianza, en la cual Braudel
orienta el decurso institucional de la disciplina historiográfica, nada más
cabe pensar en la historiográfica misma de la teoría de modelos… en la ideología
cientificista en quien encalla al espectro filosófico del sujeto trascendental
de Kant el historicismo. La doctrina estructural.
Los ocasos en donde encalla la doctrina de
estructuras a todo caso es el mismo en Braudel o en Matute… la presunción desde
el espectro de la teoría historiográfica de una verdad fundamental para con la
existencia misma de la civilización del hombre. Un gobierno del decurso a la
condición y dignidad de los saberes…
BURCKHARDT: Die
Kultur der Renaissance in Italien, el libro de Jacob
Burckhardt —«el espíritu más sereno del siglo xix», como ha dicho no sin razón
J. Huizinga—, fue publicado en 1860, con una tirada restringida. Su lectura nos
transporta a un mundo muy diferente del de Guizot. En este caso el Occidente no
es concernido ni en todo su espacio ni en todo su pasado. Del amplio álbum de
la civilización occidental tan sólo es retenido un instante, uno de los más
brillantes. El Renacimiento, cuyo nombre lanza Jacob Burckhardt después de
Michelet (1855), es captado en sus fuentes italianas con gran lujo de
investigaciones y de precisiones, superadas sin duda por la actual erudición
pero no por ello olvidadas: hasta tal punto la inteligencia de este libro,
siempre por encima de lo que permitían las perspectivas del momento, es
evidente y resplandeciente. ¿Se encuentra, sin embargo, Burckhardt, en la mitad
de su vida, en entera posesión de su visión de la Historia, a saber, la
reducción a la «tríada» a la que más tarde limitará todo el pasado de los
hombres: Estado, Religión y Cultura?
¿Se encuentra Fernand Braudel en entera
posesión de su visión de la historia para entonces poder sancionar a
Burckhardt, pretender validar cualquier otra investigación historiográfica?
¿Qué verdad se sanciona a priori desde el método historiográfico de Braudel al
espectro significante de “VISIÓN DE LA HISTORIA”? ¿Cómo se dispone entonces el
espectro significante del respecto “VISIÓN DE LA HISTORIA” a bien sujetar por
análisis cualquier otra comprensión histórica, cualquier otro tratamiento
historiográfico?
La labor de la vocación, una posesión... un
servir en instrumento al poder estatal…su gobierno…
[ix]
Este detener el investigar es el mismo que detiene y fija los respectos
analíticos de Tucídides, el ello por modelo en el periodo en donde se movilizan
sus herramientas y su dialógica…
¿qué tanto entonces se distancian las disposiciones de
Tucídides para con la historicidad al respecto de la historiograficidad que
transcurre en el tránsito de los discursos de Pericles?
El discurso historiográfico por periodo, ante el
discurso histórico ilimitado…el investigar y el momento de la disciplina…los
institutos de la libertad.
El desarrollo de ingeniería y tecnología del alma en la
administración de la ciencia historiográfica por prescripción general de la
cronologicidad.
El cronologicismo… ¿cuándo y cómo el discurso y la
discursividad encalla por civilización al espectro de tal llanura?
T.S. Elliot para Hayden White.