sábado, 14 de septiembre de 2013

La realidad efectual y lo existente: la historiograficidad

La realidad efectual y lo existente: la historiograficidad


Dichas categorías, realidad efectual, lo existente, refieren por certeza el presente al instante del suscitarse representaciones. De la representación su reproducción y el acontecimiento por escena de lo real; ahí, del suceso lo que aparece.

primera portada de El Espectador
primera portada de El Espectador (Photo credit: Wikipedia)
Tanto la representación historiográfica como el acontecer en devenir del Mundo ya se nos suscitan al instante pleno de significación que la representación a su presentarse estructura en emplazamiento del hecho.

Poseedores, bien y propiedad, mientan el estado de efecto en que lo existente te suscita.

El estado de efecto es el presentarse del efecto en el concreto significante de sí, uno.

El ir y venir de los poseedores de los bienes de posesión al ser la propiedad lo propio del ser es el permanecer de la posesión en bien del poseedor al apropiarse propiedades del ser,
Temperación de temporalidad. Allí de suyo lo NEGATIVO, el plexo de lo significante.

La apercepción de las propiedades del ser, la elisión de la temporación de temporalidad, el apercetarse de la apercepción como mera especialidad, es el evento de la negatividad.

Lo que ahí se susctita y la inscripción del ahí, se adscribe en prescripción el poder de la apercepción de las propiedades del ser en una precomprensión no explicitada del ser. La totalidad del ente de lo real, ser ahí lo existente: el ahí mienta la estructura racional de la realidad.  En su atención, a la destrucción o al análisis de esta negatividad, en ello se consume el espectro político de una meditación onto-fundamental.

Toda representación que da cuenta del existir es del darse cuenta del existir mismo al amparo de realidad del existir humano, orden de legitimidad de la legalidad de su poder que traspone del evento de la negatividad, el espacio, la propia presencia del hombre por figura de su entorno. Así comienza la forma. El lector, el espectador, toda conformación de subjetividad, es informado. Tutela es la condición dialéctica de su realidad material efectiva.

Aquello que a la representación historiográfica no se pone por juego nunca en duda es el espacio de su juego. Ese espacio de juego es denominado por nosotros historiograficidad.[i]



[i] La dialéctica del amo y del esclavo es el ethos de la historiograficidad.
Así, cfr. Quine, Palabra y objeto:  [RAZÓN DE EXISTENCIA]

Es curioso que toda una tradición filosófica no tenga más razón de existencia que esa distinción entre atributos necesarios y atributos contingentes. Esa tradición se mantiene incorporada a los términos ≪esencia≫ y ≪accidente≫, ≪relación interna≫ y ≪relación externa≫. La distinción suele atribuirse a Aristóteles (con lo que siempre hay especialistas que lo niegan, pues este es el castigo que se aplica a todo aquel que atribuye cosas a Aristóteles). Pero, por venerable que sea, la distinción es sin duda insostenible; y sin duda entonces la construcción, que tan dócilmente la sigue, debe arrojarse por la borda.
No seria justo achacar todas esas desgracias de la modalidad a la noción de analiticidad. Esta puede construirse y usarse sin la otra.
La necesidad como objeto de cuantificación y la necesidad como simple predicación de objetos intencionales son lastres que no nos impone sin mas el explicar y sentencias análogas por y sentencias análogas; esa definición no da de si tanta complicación. Pero de todos modos, mientras se admita la abstracción preposicional, hay otra definición, utilizable en vez de la línea marcada por y , que también nos obliga a admitir al menos un poco de algo parecido a la lógica modal: podemos definir «P es necesario≫ por ≪P = \_{x)(x =£)]≫. El que esto haga verdadera a (8) y concuerde con la ecuación de (1) con (2) depende de la estrechez con que construyamos las proposiciones por lo que hace a su identidad. La respuesta es negativa si las proposiciones se construyen de un modo suficientemente estricto para concordar con las actitudes preposicionales (cfr. sec. 42). Pero queda el hecho de que esa definición de la necesidad, por pickwickiana que sea, da de si un resultado isomórfico con la lógica modal sin cuantificar. Podemos entonces perfectamente preguntarnos si una definición paralela de «A' es necesario de a≫, en la forma «A = x[x tiene A o x = a]», es capaz de reproducir los horrores de (9). Quede en manos del lector el ponderar esto; yo, por el momento, me contento con la perspectiva de renunciar totalmente a los objetos intencionales en la sección 43.



El giro pragmático en la atribución a Aristóteles de verdad y el barranco verdadero que por verdad le sigue entonces a toda teoría.
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