Immanuel Kant | [La
Ciencia] | Prolegómenos a toda metafísica que en el
futuro pretenda presentarse en ciencia, Prólogo, § 1. De las fuentes de
la metafísica
He aquí un tal plan que sigue a la obra
acabada, un plan que puede ser trazado ahora según un método analítico,
ya que la obra misma debió ser compuesta enteramente según el modo
sintético de exposición, para que la ciencia pusiese a la vista
todas sus articulaciones en sus conexiones naturales, como la
estructura orgánica de una facultad completa y particular de
conocimiento. Quien encuentre que también este plan, que antepongo, como
prolegómenos, a toda metafísica futura, es a su vez oscuro, considere
que no es necesario que todos estudien metafísica; que hay muchos
talentos que progresan muy bien en ciencias sólidas y aun profundas, más
cercanas a la intuición, talentos, empero, que no alcanzan ese progreso
en investigaciones con puros conceptos abstractos; y que, en tal caso,
uno debe aplicar sus dotes espirituales a otro objeto; pero que quien se
proponga formarse un juicio sobre la metafísica, o aun concebir una
tal, debe satisfacer completamente las exigencias aquí expuestas, ya sea
que lo haga aceptando mi solución, o refutándola radicalmente y
proponiendo otra en su lugar -pues no puede ignorar tales exigencias-; y
que, por fin, la oscuridad tan criticada (disfraz habitual de la propia
indolencia o estupidez) tiene también su utilidad: pues todos los que
guardan un silencio prudente respecto de otras ciencias, hablan
magistralmente y deciden con osadía en cuestiones de metafísica, ya que
ciertamente su ignorancia no contrasta aquí claramente con la ciencia de
otros; pero sí contrasta con principios críticos legítimos, de los
cuales se
puede decir por tanto con alabanza: Ignavum, fucos, pecus a praesepibus arcent. Virgl].
[…]
Si se quiere presentar como ciencia un conocimiento, se debe ante todo
poder determinar con precisión lo distintivo, aquello que no comparte
con ningún otro conocimiento, y que le es por tanto peculiar; en caso
contrario pueden confundirse los límites de todas las ciencias, y no
puede tratarse en profundidad ninguna de ellas según su naturaleza. Ya
sea que esta peculiaridad consista en la diferencia del objeto, o en la
de las fuentes del conocimiento, o también en la del modo de conocer, o
en varios de estos aspectos, cuando no en todos ellos juntos, sobre ella
se funda en primer lugar la idea de la posible ciencia y de su
territorio. En primer término, por lo que toca a las fuentes de un
conocimiento metafísico, ya en su concepto mismo está implícito que no
pueden ser empíricas. Sus principios (entre los cuales no han de
contarse sólo sus axiomas, sino también sus conceptos fundamentales)
nunca se deben tomar de la experiencia; pues no debe ser un conocimiento
físico, sino metafísico, es decir, un conocimiento situado allende la
experiencia. Por tanto, ni la experiencia externa, que es la fuente de
la física propiamente dicha, ni la interna, que constituye el fundamento
de la psicología empírica, estarán en la base de este conocimiento. Es
por tanto un conocimiento a priori, o por entendimiento puro y razón
pura. En esto no tiene nada que lo diferencie de la matemática pura;
deberá llamarse entonces conocimiento puro filosófico-, para el
significado de esta expresión me remito a la Crítica de la razón pura,
pp. 712 ss, donde ha sido expuesta con claridad y satisfactoriamente la
diferencia de estas dos especies del uso de la razón. Esto sobre las
fuentes del conocimiento metafísico.
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